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  • Miguel Ángel Rojas, seminarista

Todos merecemos vacaciones. Los residentes del Pequeño Cottolengo en El Tabo


(texto de Miguel Ángel Rojas, seminarista)

Creo que todos coincidimos que a todos nos encanta viajar, conocer nuevos destinos, nuevos amigos, etc. Pero en el caso de las personas con discapacidad, esto no es sólo un placer, sino que además viajar tiene un componente terapéutico. Y es que viajar aumenta las habilidades sociales, las capacidades comunicativas y la autoestima en todos nuestros residentes, y por eso, a pesar de las restricciones que nos implica el contexto de pandemia, gracias a un esfuerzo enorme por parte del equipo directivo del Pequeño Cottolengo, es que se ha podido trasladar a los residentes a un balneario de Valparaíso como es el Tabo, a menos de cinco minutos de la playa, tal como se ha realizado tradicionalmente en los veranos.

Nuestros residentes han podido tomar un descanso, meterse al mar, caminar por la arena y tomar una distracción. Además, el hecho de salir de nuestro entorno principal, hace que nos veamos en la necesidad de hablar con personas desconocidas y, muchas veces, hacernos entender, con una sonrisa o un gesto.


Esto que parece algo sin importancia para muchos, se convierte en una gran oportunidad para mejorar nuestras capacidades comunicativas, en especial cuando nuestros residentes saludan a los veraneantes y este es correspondido. Puesto que, quien es capaz de hacer un amigo nuevo en un entorno diferente, e incluso en ocasiones hostil, es capaz de adquirir nuevos recursos y herramientas a la hora de exponerse ante los demás.


Por otra parte, viajar les proporciona recuerdos y conocimientos de los que podrán hacer uso cuando tengan dificultades, y hacer recordar la semana compartida en la playa, les aporta a mejorar su autoestima y también a revivir momentos felices que sin duda mejoran sus días.



Las personas con una discapacidad, tanto física como intelectual, en muchas ocasiones, necesitan de un estímulo externo que incremente las habilidades psicosociales, así como la capacidad cognitiva, y la autorrealización de la vida diaria. Por todo lo que conlleva, viajar les abre un inmenso abanico de posibilidades a la hora de ejercitar cada uno de estos campos en sus propias vidas.


Así, durante el verano, los distintos hogares del Pequeño Cottolengo de Cerrillos y también de las otras ciudades, irán pasando por sus merecidas vacaciones en El Tabo. Además de disfrutar de ricas comidas, momentos increíbles de risas, momentos de creación y de relación, también y muy importantes los residentes podrán tener la celebración de la Santa eucaristía en la capilla del Tabo, y así dar gracias a Dios por este tiempo de descanso.




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