El 23 de junio de 1872 nació en Pontecurone (Alessandria - Italia), Luigi Orione. Un acontecimiento humilde, familiar. Ni siquiera esa rosa que no se marchita, ya junio avanzado, ante la imagen de la Virgen donde mamá Carolina iba a orar, llamó la atención en ese nacimiento. Solo años después, cuando ya el clérigo Luigi Orione hacía maravillas, comenzó a decirse: ¡Aquí está la gracia de la Virgen anunciada por aquella rosa no marchita!
Cada nacimiento es una gracia. La de Don Orione aún más por lo que llegó a ser después.
Con gusto hablo de la ′′rosa que no se marchita′′ desde que vine a conocer que hay una verdad factual en el origen de esta bondadosa y adorable florecilla que nos lleva a otros significados celestes. Quien recordó el episodio y entregó a la tradición hagiográfica el hecho de la ′′rosa no marchita′′ fue el canónico don Alejandro Gazzaniga. Lo habló varias veces y escribió dos cartas diferentes, conservadas en el Archivo Don Orione, llamándolo ′′ya vieja noticia".
Este sacerdote era nativo de Pontecurone, fue canónico en la catedral de Tortona y, anciano, fue invitado con su hermana María en Villa Santa Clotilde de Sanremo. La casa de los Cazzaniga estaba sita en Pontecurone, en la Calle Santa María y tenía una imagen de la Virgen del Rosario pintada en la pared hacia el patio.
Así escribe el canónico Gazzaniga: “En Pontecurone algunas mujeres tenían la pía costumbre de recogerse para orar durante el mes de mayo ante una imagen de la Virgen del S. Rosario pintada en la pared en el patio de una casa propiedad de mis buenos viejos; una corona de rosas adornaba la Imagen. Un año, todas las rosas marchitan, como siempre, menos una que siempre se conservó fresca y hermosa. Esas buenas mujeres de pueblo realmente sorprendidas interpelaron a Don Michele Cattaneo, canónico, quien, verificado el hecho, dijo: Esta es la señal de una gracia especial que el Señor quiere hacerle a nuestro pueblo. Un mes después nació Don Orione. Mamá Carolina había sido asidua a la práctica de aquel mes de mayo".
De hecho, ni siquiera un mes después de aquel hecho de la rosa, el 23 de junio de 1872, nacía el cuarto hijo de Carolina y Vittorio Orione: Luigi Orione.
La cosa terminó allí, sin que se hiciera ninguna referencia personal. Pasaron veinte años y doña Gazzaniga, que había acompañado a Tortona a su hijo don Alejandro convertido en canónico de la catedral, era asidua a la práctica religiosa en la catedral, cuando el clérigo Orione era guardián; y sintiendo con cuánta piedad recitaba el S. Rosario, comprendió que el clérigo Orione, hijo de Carolina, era precisamente la gracia especial de la que hablaba Don Michele, gracia concedida por nuestra querida Virgencita.
Con el orgullo y también la repetitividad propia de los ancianos que tienen un recuerdo precioso que comunicar, dice el canónico Gazzaniga, ′′Mi mamá cuando escuchaba hablar de Don Orione, decía: esa es la gracia de nuestra virgencita".
Es un hecho a considerarse más que un simple caso o una coincidencia fortuita. Tiene el valor de un símbolo y una profecía.
En el aniversario del nacimiento de Don Orione, todavía ofrecemos hoy una rosa a la Virgen para agradecer la gracia del nacimiento de este gran santo.
Don Orione no se ha marchitado, la gracia continúa. Sigan también las rosas ante la Virgen.
(Tomado de Don Flavio Peloso en Facebook)
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