Los recientes proyectos que construyen el futuro de la misión orionista en Kenia
- donorionechile

- 19 jul
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Actualizado: 23 jul

En medio del calor seco de África oriental, entre caminos de tierra roja, montes sagrados y sonrisas llenas de esperanza, un sacerdote chileno ha hecho de su vocación un puente de humanidad y caridad. El padre Alejandro Ruiz Yáñez, religioso de la Pequeña Obra de la Divina Providencia, lleva varios años en Kenia, donde ha asumido con entrega la misión de construir, junto a las comunidades locales, una vida más digna y solidaria.
Su llegada no fue fruto del azar, sino de una disponibilidad generosa a la Obra de Don Orione, que lo llevó a dejar su país natal para servir en uno de los territorios más desafiantes de la misión orionista. Desde entonces, se han levantado proyectos concretos que impactan directamente la vida de niños, jóvenes y familias completas. El año pasado, por ejemplo, la caridad se trasladó a la isla Sumba, ubicada en la frontera entre Uganda y Kenia, donde se trabajó para mejorar las condiciones de la escuela local que se encontraba en una situación crítica. La preocupación por la alimentación de los estudiantes sigue siendo parte del desafío diario.
Por otro lado, en los últimos meses, la misión en África recibió la visita de un grupo de profesionales de la Pontificia Universidad Católica de Chile. Su labor se centró en el área de rehabilitación del centro que mantiene la Congregación en Kenia, brindando atención, formación y apoyo técnico. Fue un encuentro marcado por la gratitud y la colaboración internacional, fruto del vínculo que nació con la creación de la Fundación Chile-África en la casa central de la UC, y que ha comenzado a traducirse en acciones concretas que cruzan fronteras.

En paralelo, se ha iniciado el Proyecto Isineti, en plena tierra maasai. Este pueblo nómada y orgulloso, conocido por su profundo respeto a las tradiciones, sus coloridas vestimentas y su forma comunitaria de vida, ha sido históricamente marginado en el acceso a servicios básicos. La misión ha comenzado a trabajar con ellos en un terreno que pertenece a la Congregación, para ofrecer capacitación en agro-cultivo a mujeres y jóvenes, entregándoles herramientas para generar autonomía económica y fortalecer sus comunidades. Además, se han incluido nociones de economía básica y formación humana, entendiendo que el desarrollo integral también es espiritual y social.
Uno de los logros inmediatos de este proyecto ha sido garantizar el acceso gratuito al agua potable tanto para las personas como para sus animales, algo de valor incalculable en una zona donde el agua es vida, trabajo y dignidad. El Isineti Project no solo está generando empleo, sino también sembrando esperanza en un territorio donde la sequía, la desigualdad y el olvido suelen marcar la rutina.

Pero la misión no se detiene. En la región de Meru, cerca del Monte Kenia, comenzó a funcionar hace algunas semanas un nuevo policlínico en la Villa Gaitu. Este espacio de salud nace con el propósito de ofrecer atención médica de calidad y accesible a las comunidades rurales de la zona. Entre el imponente Monte Kenia y la silueta del Kilimanjaro, el carisma de San Luis Orione se encarna en gestos concretos de amor al prójimo, de la mano de un misionero chileno que ha sabido hacer del Evangelio una tarea diaria, profunda y compartida.
El padre Alejandro no está solo en su misión. Lo sostiene la fe de las comunidades que acompaña, el respaldo constante de instituciones chilenas e internacionales, y el carisma de una Congregación que ha hecho de la caridad su camino y su identidad. En el corazón del continente africano, esa vocación orionista —que une a tantos desde distintos rincones del mundo— se hace vida concreta a través de proyectos que siembran dignidad, educación, salud y fraternidad. En medio de tantas necesidades, una semilla chilena sigue dando frutos, impulsando una presencia que no se detiene y que cada día renueva el compromiso con los más pobres, desde la esperanza que nace del Evangelio.

























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