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Centro Esperanza de Rancagua celebra 25 años de servicio y compromiso con la niñez

  • Foto del escritor: donorionechile
    donorionechile
  • 18 nov
  • 2 Min. de lectura
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Con orgullo y gratitud, el Programa Centro Esperanza de Rancagua celebra sus bodas de plata, cumpliendo 25 años de servicio ininterrumpido en la protección y acompañamiento de la niñez vulnerable. Este centro pionero en Chile, perteneciente a nuestra Obra de Don Orione, ha marcado un camino de esperanza y reparación para cientos de niños, niñas y adolescentes que han sido víctimas de vulneraciones graves de derechos.


El Centro Esperanza inició su funcionamiento en el año 2000, bajo el impulso visionario del Padre Antonio Casarín (Q.E.P.D.), religioso orionista que, movido por la caridad de Cristo, dio origen a un espacio de acogida y atención integral para quienes sufrían los efectos de la violencia y el abuso. Desde entonces, más de mil niños y niñas han recibido atención especializada por parte de equipos multidisciplinarios comprometidos con su recuperabilidad emocional y social, acompañando también a sus familias en procesos de reparación y reconstrucción de vínculos.


A lo largo de este camino, han sido muchas las personas que han contribuido a sostener esta misión: representantes legales, directores, equipos psicosociales, profesionales del área jurídica, contable y administrativa, colaboradores de apoyo técnico, auxiliares y personal de servicio, quienes han entregado lo mejor de sí para hacer del Centro un lugar donde la profesionalidad se une con la ternura y la esperanza. Su trabajo ha sido reconocido por diversas instituciones del Estado y del ámbito judicial, valorando la calidad humana y técnica del acompañamiento brindado.


Hoy, al conmemorar estos 25 años, el Centro Esperanza renueva su compromiso con los niños, niñas y familias que buscan reconstruir su vida, reafirmando su misión de acoger el dolor y transformarlo en vida y dignidad. En palabras de su equipo, “trabajamos con esperanza y sin descanso, para que la luz de la vida venza al miedo y a la violencia”.


La comunidad orionista agradece a Dios y a su Divina Providencia por la continuidad de esta obra, y al legado de San Luis Orione, que sigue inspirando a hombres y mujeres a servir donde el dolor se transforma en amor concreto.

 
 
 

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