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Bajo el manto de la Virgen del Carmen: una familia religiosa que florece en tierra chilena

  • Foto del escritor: donorionechile
    donorionechile
  • 16 jul
  • 2 Min. de lectura

Actualizado: 16 jul

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En la brisa del litoral de Quintero, donde el mar se encuentra con la oración cotidiana, camina silencioso el Padre Christian Zambi, sembrando esperanza entre los más pequeños en la Escuela Especial Lourdes. No muy lejos, el Padre Gustavo Valencia acompaña a la comunidad del Colegio Don Orione y al querido Pequeño Cottolengo. En la Parroquia Santa Filomena, el Padre Patricio Páez abre las puertas del templo y del corazón, escuchando, acogiendo, celebrando.


Más al centro del país, en Santiago, donde la ciudad bulle pero también guarda espacios de silencio y consuelo, el Padre Teófilo Calvo guía como superior delegado a la Delegación religiosa, y junto al hermano Javier Navarrete comparte la vida en el Pequeño Cottolengo y el Colegio Don Orione. El Padre Claudio Quintanilla celebra con fervor en la Parroquia San José Benito Cottolengo, mientras que en el postulantado, Rubén León acompaña el despertar vocacional de nuevos pasos consagrados.


En los valles de Rancagua, el rostro de Cristo se hace presente en las manos del Padre Álvaro Olivares y del hermano Miguel Ángel Rojas, quienes desde el Pequeño Cottolengo sostienen la vida de tantos. Y en la Parroquia Cristo Rey, el Padre Felipe Valenzuela hace visible el Reino con gestos sencillos y profundos.


Más al sur, en Los Ángeles, la calidez de la misión se hace hogar: el Padre Giácomo Valenza acompaña a la comunidad de la Parroquia Nuestra Señora del Perpetuo Socorro; el hermano Juan Daza es presencia orionita en el Hogar de Ancianos Don Orione, y el Padre Gabriel Sama guía el camino educativo en el Colegio Don Orione.


Cada uno, desde su rincón, con su voz, con su estilo, con su vida entregada, es parte de una misma familia. Una familia que no se une por la sangre, sino por la vocación, por el fuego del llamado y el sí generoso. Somos una comunidad tejida con hilos de oración, de servicio, de caridad y fidelidad. Porque donde hay un hijo de Don Orione, allí late la ternura de Dios.


Y en el centro de todo, nuestra Madre. La Virgen del Carmen —la Chinita, Madre de Chile, Reina del Tamarugal— vela por nosotros. Desde los altares de Maipú hasta los rincones más silenciosos de nuestras casas religiosas, su presencia es escudo, es consuelo, es aliento.


Fue bajo su amparo que la Delegación fue confiada desde sus orígenes. Hoy seguimos caminando bajo su manto, encomendando nuestras vidas y nuestra obra a su protección maternal. Ella no es sólo un ícono en lo alto, es Madre en lo profundo. Y cada 16 de julio, su rostro nos recuerda que no estamos solos, que somos enviados, que somos suyos.

“¡Hijos míos, estrechémonos a María Santísima y estaremos a salvo! Invoquemos incesantemente su maternal patrocinio… ¡Felices los que de manos de María ofrecen al Señor sus oraciones, sus sacrificios, sus sudores, las lágrimas, las cruces!”— San Luis Orione 

¡Feliz aniversario Delegación Nuestra Señora del Carmen!

Centro Pastoral Juvenil Vocacional

Comunicaciones Don Orione

Santiago, Chile






 
 
 

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