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​Flavio Peloso

LA VIRGEN DEL BUEN CONSEJO

(Fuente: http://www.messaggidonorione.it)




La devoción a la Virgen del Buen Consejo ha ido marcando la historia de Don Orione y de la Congregación.

Una devoción que Don Orione cultivó desde seminarista.


Junto a su altar, en Tortona, se consagró con Don Gaspar Goggi y consagró a los primeros muchachos del Oratorio. Sus visitas al santuario de Genazzano y un episodio milagroso. La Virgen del Buen Consejo patrona de Albania y de las comunidades orionistas de Elbasan y de Shiroka-Bardhaj.


Quien peregrine a Tortona y visite la ciudad tras los pasos de Don Orione, no puede dejar de hacer una parada en la catedral. Entrando, al fondo de la gran nave, a la izquierda hay un altar con un pequeño cuadro de la Virgen del Buen Consejo. Era un lugar muy querido por Don Orione, unido a la historia de la Pequeña Obra de la Divina Providencia.


“Cuando era seminarista – cuenta Don Orione - tenía como profesor de teología a un canónigo venerable, que enseñaba desde hacía muchos años, muy piadoso y muy culto, muy devoto además de la Virgen del Buen Consejo, de la que quiso un cuadro en la Escuela de Teología y en el descansillo del Seminario de Tortona. Difundió la devoción por todas las parroquias de la Diócesis enraizándola en sus alumnos. ¡Y escribió mucho sobre la Virgen! Cada año quería que se celebrase con devoción en la Catedral la solemnidad del Buen Consejo y nos contaba cómo la imagen había llegado desde Albania”.


Don Orione, cuando inició la aventura de la fundación, reuniendo a Mario Ivaldi y a los primeros muchachos que frecuentaban el oratorio en la habitación y en los bóvedas de la catedral, tomó la costumbre de llevarles a rezar ante aquel cuadro. Después nació el oratorio propio y verdadero, y fue Mons. Novelli nombrado por el obispo Mons. Bandi, como Director del Oratorio San Luis. Luis Orione era nada más que un seminarista veinteañero en 1892. Don Orione dirá confidencialmente: "La Pequeña Obra nació a los pies de la Virgen del Buen Consejo y en las manos de Mons. Novelli".


Aquel modesto lugar de devoción, el altar de la Virgen del Buen Consejo, era también muy querido por el Siervo de Dios Don Gaspar Goggi que vivía en Tortona antes incluso de conocer a Don Orione. “¡Oh, qué devoto era Gaspar de la Virgen del Buen Consejo!”, recordaba más tarde su hermana Teresa. “Nos parábamos todos los días delante de Ella, en el altar de la catedral, en aquellos lejanos años de nuestra niñez, pasados con tanta alegría en Tortona”.


Más tarde aquellos dos jóvenes - Orione y Goggi - hicieron una profunda amistad. Para consagrar juntos su vida eligieron un lugar para ambos muy querido: delante de la imagen de la Virgen del Buen Consejo de la Catedral de Tortona. Como dirá después Don Orione, fue “una ofrenda a la Iglesia de Jesucristo; una ofrenda de la vida a Jesús para la gloria de Dios y para la salvación de los pueblos”. Hasta que vivieron, renovaron juntos cada año aquella ofrenda de vida.


Conocemos la vida bella de Don Gaspar Goggi “primer Hijo de la Divina Providencia” y también su prematura muerte el 4 de agosto de 1908 (estamos en el año centenario). Don Orione lo lloró más que a su madre o a su padre.


Al año siguiente, cuando el 26 de abril de 1909, fiesta de la Virgen del Buen Consejo, Don Orione volvió puntual a renovar su consagración delante de la querida imagen en veneración en la Catedral de Tortona, volcó en una hoja arrugada su pena. “¡A Ti, oh mi querida Virgen! ¡Son ya tantos años, en este tu santo día en que vengo a tus pies con el primer Hijo de la Divina Providencia y todos los años en esta fiesta veníamos aquí! ¡Este año aquel pobre querido hijito ha muerto, y estoy aquí solo! ¡Oh María, querida Virgen mía, mira las lágrimas de mi pobre corazón! ¡Mira, este año no sé que decir: perdóname, estoy solo, mi pobre hijito ha muerto! ¡Lloro, pero me consuelo pensando que tú eres tan buena que me sabes comprender! Pero sé que también él está aquí. Son tantos años que este día lo pasábamos juntos; éramos tres: tú, oh querida Virgen mía, él y yo. ¡Has llorado tanto también tú, oh querida Virgen! ¡Déjame llorar un poco! ¡Estoy solo... mi pobre hijito ha muerto!”.


Don Orione siempre celebraba y les recordaba con afecto a los cohermanos la fiesta de la Virgen del Buen Consejo, el 26 de abril.


En unas Buenas noches del 25 de abril de 1934, dijo: Mañana es la Fiesta de la Virgen del Buen Consejo, que es de un modo particular venerada en Genazzano, no muy lejos de Roma. El Señor me dio la consolación de ir varias veces a Genazzano y allí he probado suaves dulzuras espirituales, he llorado y recuerdo aún aquellas lágrimas llenas de un amor no terreno sino… así…


Y aún cuando no haya tenido la consolación de tocar aquella superficie del muro sobre la que está pintada la Virgen Santa, la Virgen del Buen Consejo, porque aquellos Religiosos ahora han puesto delante unos cristales, votos, corazones de plata, por lo que ya no se puede tocar, aún así uno queda contento.


Ustedes ya conocen esa historia de la aparición extraordinaria (la cuenta brevemente). Cuando fui y estuve delante de aquella imagen en Genazzano y vi aquellos cristales, quería casi dar un puñetazo… Había leído de hecho que se puede ver la parte superior del cuadro totalmente separada del muro, sin nada que la sostuviese, de modo que se podría con una cuerda tensa pasarla por detrás y delante del cuadro y por cada lado sin que la cuerda tocase nada. Se veía también, lo decían los libros que hablaban de ello, la corona despegada de la Imagen y sólo sostenida desde arriba; y también la del Niño… Quería ver si todo aquello era verdad… Pero me venían ganas de romper esos cristales, porque lo he creído, y me ha surgido una certeza, por lo que no podía no creer. Sabéis que yo creo muy poco, (se ríe) todavía por entonces no podía hacer menos que creer. Y me he sentido consolado y lloré las lágrimas más dulces de mi vida”.


Don Orione visitó Genazzano varias veces. Tenemos una postal autógrafa expedida a la Señora Angelina de Tortona de 1924. “Desde el Santuario de Genazzano, el día 28 de junio de 1924. Desde los pies de la Virgen del Buen Consejo, y desde aquí, donde se apareció, ruego y bendigo a usted, a su hermana y los parientes de ustedes. Don Orione”.


Un fraile agustino contó varias veces un fenómeno prodigioso del que fue testigo.


El 7 de abril de 1931 – leemos en el Diario del Instituto de Vía Sette Sale en Roma – los clérigos fueron en peregrinación a Genazzano: “El hermano sacristán nos contó un hecho que tiene algo de prodigioso sucedido a D. Orione, del que el mismo hermano fue testigo. Don Orione después de haber celebrado la S. Misa, mientras hacía su acción de gracias en el Altar de la Virgen, fue arrebatado en éxtasis por unos momentos y fue visto (también por la gente) elevado sobre la tierra, muy atento mirando el cuadro de la Virgen.


Don Domingo Sparpaglione visitó el Santuario de Genazzano, con don Risi y el señor Moresi, el 30 de noviembre de 1932: "Un fraile nos contó que Don Orione delante de la imagen prodigiosa de la Virgen entró en una especie de milagroso éxtasis con levitación de la persona. Dijo que mientras él se había vuelto a un reclamo de un hermano, justo en ese momento, Don Orione se había elevado de la tierra, y cuando se giró vio y constató que se encontraba sobre la mesa del altar. Él estaba convencido de que se trataba de un prodigio".


Sabemos que la Virgen del Buen Consejo es patrona de Albania donde actualmente la Congregación tiene dos comunidades, en Elbasan y en Shiroka-Bardhaj. Un motivo más para la devoción y la oración. Es un nuevo capítulo de la protección de la Virgen del Buen Consejo que ha acompañado la historia de Don Orione y de la Congregación desde el inicio.



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