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Despedimos como familia a nuestro querido padre Ángel Cantarutti


Ni siquiera el intenso frío que imperaba en Santiago, impidió que la Parroquia San José Benito Cottolengo se colmara de personas para despedir a padre Ángel Cantarutti.


En una solemne Eucaristía presidida por el Superior General de la Congregación, padre Tarcisio Vieira, se despidieron los restos mortales del querido sacerdote orionista padre Ángel.


Orionistas provenientes de las distintas comunidades de Los Ángeles, Quintero, Rancagua y Santiago, llegaron para despedir a quien fuera Superior Provincial, Encargado de la Revista Don Orione, Director de Colegio, pero sobre todo recordado como ex párroco de Santa Filomena, Perpetuo Socorro, Cristo Rey y San José Benito Cottolengo.


Como “un hombre enamorado de Dios y de su vocación” padre Felipe Valenzuela, Superior Vice-Provincial, recordó emocionadamente en la homilía al padre Ángelo que vivió más de 60 años en nuestro país.


Profundas muestras de recogimiento y admiración se vivieron durante la celebración. Muchos saludos de condolencias fueron leídos en distintos momentos de la Eucaristía, donde destacaron las palabras de Monseñor Luis Infanti, Obispo de Aisén. A éstas se sumó una emotiva carta que el padre Manuel Torres, sacerdote diocesano de Santa María de Los Ángeles, escribió para la comunidad religiosa orionista en Chile.


Estas fueron sus palabras:



Queridos

Padres de Don Orione

Presente


Me uno a los sinceros sentimientos de dolor y de esperanza por la Pascua de Padre Ángel Cantarutti. Sin duda es un golpe muy fuerte la partida de este hombre de Dios que caminó silenciosamente junto a nosotros.


Solo quiero agradecer el regalo de Dios que significó para mí el cariño de padre Ángel. Desde mi adolescencia compartimos tareas pastorales y mi camino de madurez humana y cristiana. Se convirtió en mi papá. Recorrimos juntos los caminos de las comunidades rurales de la Parroquia Nuestra Señora del Perpetuo Socorro los sábados y domingos, en donde esos paseos se convertían en largas conversaciones, acompañadas algunas veces por las canciones de Joan Manuel Serrat. ¡Cuántos recuerdos, padre mío!


Lo recuerdo preparando textos y revistas, por ejemplo, el libro de la relación epistolar de Don Orione y Chile y la revista Don Orione. Sentado en su oficina y trabajando con sus papeles y lápices de colores, sus reglas metálicas… era un soñador y un hombre práctico. Lleno de conocimientos y de fe. Buscaba en todo poder hacer el bien siempre y a todos.


Lo recuerdo atendiendo las confesiones en donde descubrí el amor que Dios nos regala por medio del perdón y la misericordia. Y sin lugar a dudas uno de los recuerdos más hermosos de mi infancia y de mi adolescencia fue cuando preparábamos la Semana Santa. Era verdaderamente un momento en donde se respiraba el sentido de lo santo. Cuando cantaba el pregón pascual con su voz alta y ya gastada, pero firme y con esa convicción que lo caracterizó: era quien anunciaba y denunciaba con caridad, verdad y justicia el bien de Dios y el mal que padecía el ser humano. Nunca condenando, más aun, siempre amando. Conocerlo en su dureza de friulano fue conocer otra faceta del amor. El amor es un sacrificio que, en la cercanía y en la distancia, sea como sea, es capaz de ofrecerse a cualquier precio.


Padre Angel, tú renunciaste a tantas cosas y cuán libre fuiste. Ahora, la muerte vino por ti y tú tomaste su mano. No esperaste más, corriste pronto para ver a quien más amaste en esta tierra (después de Dios): a tu joven mamá. Que Jesús, que te llamó desde el vientre de tu madre, que te regaló una segunda mamá, que te concedió un primer gran dolor al partir a América, que te puso el frente de tantas tareas pastorales y de tantas personas que buscaban consuelo y paz, sea tu eterno reposo. Fuiste para mí el eterno párroco y mi mejor amigo. Aproveché lo que más pude estar contigo mientras estuviste en Rancagua. Las vacaciones eran momentos de recordar viejas historias y soñar con tantos proyectos.


Solo pido a Dios que tu legado continúe en la silenciosa fidelidad, en la oración sencilla, en el trabajo arduo y en la mirada llena de tierna paternidad para con todos.


Cuando me enteré de tu muerte algo de mí murió, y algo de mí sé que se ha ido contigo. El dolor y la esperanza son los bastones de nuestro camino… Solo el silencio de Roma sabrá cuantas lágrimas y cuanta angustia viví por tu partida… somos hombres de fe y de esperanza… pero un padre es un padre.


Siempre en mi corazón y en mi oración te llevaré.


Gracias por aceptarme como un hijo, gracias por darme la alegría de tenerte como padre.


Gracias padres de Don Orione por habernos dado un Hijo de la Divina Providencia tan insigne. Mis oraciones por ustedes y por todos los que vendrán a ocupar ese lugar. Su estola no debe caer al suelo, es hora de que alguno de los jóvenes tome el relevo.


Un abrazo lleno de lágrimas y gratitud.


Manuel Torres Burgos

Sacerdote diocesano de Santa María de los Ángeles




Posterior a la celebración, los restos mortales de padre Ángel, fueron trasladados hasta el Cementerio de los Religiosos Orionitas “Monte Tabor” ubicado al interior del Pequeño Cottolengo de Cerrillos. El cortejo fue acompañado por la Banda Instrumental y de Guerra del Colegio Don Orione, además de todos los asistentes a la eucaristía.


Muchas Gracias padre Ángel Cantarutti por todo lo entregado en su más de 60 años como sacerdote.


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