Volver al fuego del carisma: el encuentro que encendió el alma de la educación orionista en Chile
- donorionechile
- 18 jun
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Por tres días, la capital chilena fue el corazón palpitante de la educación orionista. Del 10 al 12 de junio, los principales responsables de los colegios, escuelas especiales y Pequeños Cottolengo de Don Orione se reunieron en Santiago para algo más que revisar informes o compartir experiencias: se encontraron para soñar juntos el futuro en el Encuentro Nacional de Equipos Directivos. El aire fresco del invierno no logró enfriar el calor humano que se respiraba en cada saludo, en cada mirada cómplice entre directores, religiosas, religiosos y educadores que saben que su vocación es mucho más que un trabajo: es una misión.
Desde Quintero, Rancagua, Los Ángeles y Santiago llegaron los representantes de las comunidades educativas orionistas. Los esperaba una ciudad agitada, pero también una casa común abierta al diálogo, al discernimiento y a la proyección. La primera jornada estuvo marcada por la reflexión administrativa y técnica. Reunidos con profesionales del área contable, legal y de gestión congregacional, los asistentes analizaron los marcos que sostienen la estructura de la Obra. Pero lo que en un principio parecía una jornada puramente operativa, se convirtió en el inicio de un diálogo más profundo: cómo sostener la caridad también desde la buena administración.
Ya por la tarde, la jornada tomó un giro distinto. Los profesionales se trasladaron hasta Las Condes para vivir una experiencia que, bajo una dinámica lúdica, escondía una enseñanza potente: una sala de escape. Entre acertijos, trampas y misiones ficticias, los equipos se enfrentaron a pruebas que exigieron comunicación, pensamiento estratégico y colaboración. La metáfora fue clara: en las crisis institucionales y educativas, nadie se salva solo. Esa noche, una cena en Maipú coronó una jornada que fue tan formativa como humana.
El día siguiente amaneció con un aire distinto. Oración, desayuno, y luego una pregunta que caló hondo: ¿cómo ser Iglesia hoy, al estilo de Don Orione? En el primer encuentro del día, se habló de comunión, de fidelidad al Papa, del servicio encarnado. La adoración al Santísimo Sacramento que siguió fue silenciosa, pero estremecedora. No se escuchaban palabras, pero sí se percibía una misma sed: volver a las fuentes.
Las resonancias en grupos permitieron verbalizar lo que muchos venían cargando en el corazón: las exigencias emocionales de los estudiantes, los cambios en la sociedad, las nuevas tecnologías, el impacto de la migración, el cansancio… Pero lejos de la queja, emergió el deseo de ser respuestas vivas, con el Evangelio en el centro y el carisma como brújula.

Por la tarde, la propuesta fue tan desafiante como inspiradora: “Peregrinos de la esperanza, servidores de la caridad”. Se reflexionó en torno a la vocación educativa, la misión orionista y la necesidad urgente de renovarse para responder con pertinencia. De ese trabajo conjunto emergió también una fotografía clara de los principales desafíos que enfrenta hoy la educación orionista en Chile: inclusión, formación docente permanente, inteligencia artificial, ambientes seguros y acompañamiento emocional. Como muestra el gráfico preparado para esta ocasión, estos desafíos no se abordan desde la reacción, sino desde una espiritualidad activa que elige abrazarlos con esperanza.
Así lo expresó con fuerza el padre Gabriel Sama: “Nuestros desafíos no son simples obstáculos. Son oportunidades para renovar nuestra pasión educativa desde la caridad. El método paterno-cristiano sigue siendo el corazón de nuestra propuesta. Y junto a él, el Pacto Educativo Global del Papa Francisco nos recuerda que es hora de reavivar el compromiso con y hacia las generaciones más jóvenes”. Y subrayó con claridad una idea que se volvió eje del encuentro:
“Se trata de reavivar el compromiso con y hacia las generaciones más jóvenes, renovando la pasión por una educación más abierta e integradora, capaz de escuchar con paciencia, dialogar constructivamente y comprenderse mutuamente.”
Al atardecer, la Lectio Divina, guiada por el hermano Javier Navarrete, reunió las emociones en torno a la Palabra, marcando un momento íntimo y profundo. Y como si la caridad también se expresara en lo festivo, la jornada terminó entre pastas, risas y un bingo organizado por el Colegio Don Orione de Santiago.
La última jornada fue una celebración del carisma. Con oración animada por las Escuelas Especiales de Rancagua y Santiago, los participantes recordaron que la inclusión no es un discurso, sino una práctica cotidiana que desafía, exige y transforma. En su intervención final, el padre Gabriel Sama hizo alusión a una de las joyas más silenciosas pero luminosas de la Obra: las Escuelas Especiales de Quintero, Cerrillos y Rancagua.
“En lo cotidiano, estas comunidades tienen que lidiar con el delicado, pero necesario desafío de la inclusión. Y lo hacen con una fuerza silenciosa, con ternura estructurada, con un amor concreto que no se queda en palabras. Son proyectos que hablan por sí mismos.”
Allí se educa con mirada amplia, no solo para el desarrollo académico, sino para la formación en valores y habilidades para una vida lo más autónoma posible. “Hacen todo lo posible para que nadie quede fuera”, remarcó el sacerdote.
“Frente a la cultura del descarte, nuestras escuelas gritan con hechos que no hay sobrantes. Cada estudiante importa. Cada vida cuenta.”
Ese espíritu también permea en los colegios regulares, donde se busca acoger, comprender y adaptar, fortaleciendo el trabajo interdisciplinario y la cooperación entre comunidades educativas: "Nuestro compromiso es seguir construyendo comunidades educativas inclusivas, donde todos tengan cabida", cerró el encargado del encuentro.
También hubo espacio para el trabajo más técnico y prospectivo. En paralelo, los secretariados se reunieron para profundizar en el plan CIOC 2022-2026 y en el Pacto Educativo Global, no como documentos teóricos, sino como instrumentos vivos para orientar el camino. Se buscó aterrizar líneas de acción específicas para cada comunidad educativa, ajustadas a su realidad, pero sin perder de vista el espíritu común que une a toda la Obra.
Se habló de calendarios, metodologías, formación docente, pastoral, redes colaborativas. Pero sobre todo, se reafirmó la necesidad de educar con visión, con cuerpo eclesial y con alma carismática, fieles al legado de Don Orione y atentos a los signos de los tiempos.
La Misa de envío, presidida por el padre Teófilo Calvo, selló tres días de comunión, reflexión y misión. Quienes regresaron a sus regiones no volvieron igual. Volvieron con el alma más despierta, con el fuego del carisma encendido y con la convicción de que la educación orionista no es solo una alternativa pedagógica, sino una vocación viva al servicio del Reino. Una educación que no deja a nadie atrás.
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