(Fuente: sitio web Parroquia San José Benito Cottolengo)
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El pasado 8 de diciembre hemos vivido como comunidad parroquial la Solemnidad de la Inmaculada Concepción de una forma distinta a lo habitual. Este año, condicionados por la normativa sanitaria “Plan Paso a Paso”, principalmente por los aforos permitidos, se decidió cambiar la Eucaristía parroquial por una celebración en cada comunidad, partiendo el martes 7 en las vísperas de dicha celebración en la Capilla de San José y finalizando con las ultimas misas de doce horas el miércoles 8.
Otro cambio que hemos vivido a causa de las restricciones sanitarias fue la tradicional Procesión a la Virgen. Recordaremos que cada capilla iniciaba su trayecto como comunidad, pasando por las principales calles de Cerrillos en dirección al Templo Parroquial, para así celebrar todos juntos a nuestra Madre. En esta ocasión, en conjunto a la Diablada del Divino Maestro y a la Pastoral de la Salud se organizó una procesión menos masiva, pero con mucho sentido de Evangelización, dando respuestas a nuestra visión parroquial que nos llama a ser una comunidad alegre, de brazos abiertos, a la cabeza de los tiempos, que invite al encuentro con Jesucristo y a ser discípula misionera.
Esta nueva forma de caminar junto a la Virgen nos motivó a no solo a acompañar a nuestra madre por las calles de la comuna, sino que nuevamente ella nos lanzó a llevar a Jesús a las personas, que en esta oportunidad lo fue en nuestros hermanos enfermos. Fueron siete hogares, nueve personas que se visitaron en representación de nuestras siete comunidades, a las cuales se les acercó al Sacramento de la comunión, se les bendijo y se les alegró con la música y danza de la Diablada Divino Maestro. Nuestro recorrido tuvo como primera estación la Capilla de Nuestra Señora de Loreto en donde se vivió la Santa Misa y se dió inicio a dicha actividad, partiendo junto a los ministros, “la Diablada” y el Santísimo en dirección a la segunda estación: la casa de la Sra. Lucy (Capilla NS Loreto). Llegando a este destino, se dio inicio al baile, se dio la comunión, se bendijo el hogar, se rezó por ella y por los vecinos del sector, lo cual se replicó en las siguientes estaciones, como lo fue en las casas de la Sra. María Teresa (Sagrado Corazón de Jesús), de la Sra Carmen (San Enrique), de la Sra Rosa, Sr. Celestino y Sra. Elizabeth (El Redentor), de la Sra Bernarda (Divino Maestro), la Sra. Elena (San José) y la Sra. Laura (San José Benito).
La Diablada también intervino con su característico saludo a la Virgen en algunas de nuestras capillas y encargándose de dar término a esta actividad en el templo parroquial. Creemos que más que hacer una intervención religiosa fue un signo en estos nuevos tiempos, como comunidad parroquial creemos en una Iglesia en salida que está dispuesta reencantar al pueblo de Dios.
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