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¡El caos será vencido por la caridad! - Carta del p. Tarcisio Vieira fdp


Queridos hermanos y miembros de la Familia Orionista,


El 82º aniversario del nacimiento al cielo de nuestro Padre y Fundador se celebra este 12 de marzo invocando, según sus palabras, el don de la paz: "Invoquemos a María para obtener la paz, y que la Virgen presione no tanto el corazón de Dios como los de los hombres".


Desgraciadamente, como dijo el Santo Padre en el Ángelus, "en Ucrania corren ríos de sangre y lágrimas" que demuestran la dificultad e insensibilidad "de los hombres" para poner fin a esta guerra que "siembra muerte, destrucción y miseria". De hecho, "las víctimas son cada vez más numerosas, al igual que las personas que huyen, especialmente las madres y los niños. La necesidad de ayuda humanitaria en ese atormentado país crece dramáticamente cada hora". Debemos intensificar nuestra oración, no dejar que el vigor de nuestra fraternidad decaiga y, con el Santo Padre, gritar: "¡La guerra es una locura! Por favor, deténganla".


Hemos lanzado la preparación del Capítulo General en nombre de la caridad para los nuevos tiempos: ¡Arrojémonos al fuego de los nuevos tiempos! La Providencia nos ha dado inmediatamente la oportunidad de vivir, en la práctica, lo que predicamos con palabras. Me refiero al hecho de que la emergencia de Ucrania está recibiendo una respuesta generosa e impresionante por parte de todos. En primer lugar, quiero destacar la heroica labor que están realizando nuestros hermanos y hermanas que permanecen en el lugar de la guerra. Me gustaría pensar que Don Orione habría acudido inmediatamente a socorrer a esas poblaciones como lo hizo durante los dos terremotos: Don Egidio Montanari, Don Moreno Cattelan (cuyo cumpleaños cae en este día) y Ch. Mykhailo Kostiv se han convertido hoy en sus manos.

Sin embargo, toda la Congregación se ha puesto en marcha detrás de ellos. La primera acogida realizada en Polonia y Rumanía, la solidaridad y acogida de las distintas casas en Italia y de todos los bienhechores, son sólo las respuestas más evidentes de un gran movimiento de fraternidad. De hecho, "las casas no son nuestras, sino de Jesucristo: la caridad de Jesucristo no hace excepciones con las personas y no cierra las puertas; en la puerta del Pequeño Cottolengo, al que llega no se le pregunta de dónde viene, si tiene una fe o si tiene un nombre, ¡sólo si tiene un dolor! Todos somos hijos de Dios, todos somos hermanos". (Escritos 114, 285)


Esta respuesta de caridad nos ayuda a superar el espíritu de angustia y desolación que pueden suscitar en nosotros las noticias diarias, difundidas por los medios de comunicación. El propio Don Orione nos invita a tener un espíritu emprendedor y positivo. Decía, de hecho: "¡Que una nueva humanidad crezca en nosotros y en nuestras humildes Casas! ¡Demos muerte al egoísmo y crezcamos en el amor a Dios y a los hermanos: crezcamos tanto en Dios que sea Él quien viva y no nosotros, y llenemos la tierra de un nuevo ejército: un ejército de víctimas que venza la fuerza: un ejército de sembradores en el caos que será vencido por la caridad!- Dios, que siembra su propia vida, para sembrar y arar en el corazón de sus hermanos y del pueblo a Jesús, el Señor: ¡formemos un ejército grande, invencible: el ejército de la caridad, dirigido por Cristo, por la Virgen, por el Papa, por los Obispos! El ejército de la caridad devolverá a las masas humanas disecadas, una vida y una luz de Dios tan fuerte y dulce que el mundo entero será restaurado, y todas las cosas serán restauradas en Cristo, como dijo San Pablo. Y la tormenta, que ahora causa tanto temor, se disipará, y el caos actual será superado, porque el espíritu de caridad que lo vence todo, y, por encima de las nubes amontonadas por la mano de los hombres, aparecerá la mano de Dios, y Cristo reanudará todo su esplendor y su dulce imperio." (Escritos 115, 127)


Gracias afectuosas a todos los que habéis abierto las puertas de vuestras casas a los refugiados que llegan de Oriente. Cada día aumenta la lista de personas acogidas, signo de la gran generosidad que nos caracteriza en estos días. El mal se vence con el bien: ¡Hacer siempre el bien! La venganza sólo cambiaría el eje, pero el mal siempre permanece y entonces no es Dios quien gana. Sólo la caridad salvará al mundo y ordenará el caos. Cómo olvidar el testimonio del barón Von Hugel en el que describe la experiencia de su hija, que vio a Don Orione trabajando durante el terremoto de Marsica: "Llevaba dos niños, uno en cada brazo, y dondequiera que iba, llevaba orden, esperanza y fe en medio de toda aquella confusión y desesperación. Mi hija me dijo que eso hacía que todos sintieran que el Amor estaba en el fondo de todas las cosas, un Amor que se manifestaba en esos lugares a través de la entrega completa y afectuosa de aquel humilde sacerdote”.


Entre las numerosas noticias que recibo, veo a Don Orione en acción en muchos religiosos y laicos. Pero incluso para aquellos que no pueden actuar directamente en el terreno, hay mucho espacio para contribuir al crecimiento del Amor. Cada uno de nosotros debe preguntarse: Yo, hijo/a de Don Orione, ¿qué puedo hacer hoy para manifestar este Amor? El Señor lo transformará entonces en gracia para las personas afectadas.


¡Ánimo, hermanos! Con las mangas arremangadas, estemos en primera línea para responder a todas las pobrezas con signos concretos y responder así a los retos que este nuevo mundo nos lanza cada día más. Tengamos siempre presente que Don Orione fue apreciado porque "en aquella confusión y desesperación", "puso orden, esperanza y fe". Al celebrarlo, tratemos de imitarlo en santidad y caridad.


Fraternalmente,

Don Tarcisio Vieira fdp, Superior General de la Congregación

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